Charlie, un exitoso director de teatro (Adam Driver) y Nicole (Scarlett Johansson), una actriz con un futuro prometedor, intentan superar su divorcio cuando sus caminos se bifurcan. Un estado que los llevará a explorar en sus emociones más profundas en medio del dolor, la angustia y la comprensión.
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La última película del director neoyorquino Noah Baumbach tiene uno de los arranques más geniales de este año. La voz en off, tanto de Charlie y Nicole describiendo las virtudes que ven en el otro, nos presentan en pocos minutos una imagen idílica de ambos. La de Charlie como una excelente figura paternal y la de Nicole como una mujer que sostiene una relación perfecta. Unas expectativas que se derrumban completamente cuando la narración termina en una sala de consultoría para parejas y nos presenta la verdadera realidad de ambos: dos personas en proceso de separación, incapaces de comunicar sus sentimientos y que recurren al consejo de un tercero para intentar rescatar lo poco que queda en una relación que se ha transformado en decepción y desencanto.
A partir de ese arranque, la historia se construye sobre las diferencias irreconciliables de la pareja. Nicole quiere dejar de ser una simple actriz de teatro bajo la dirección de un marido egoísta para buscar nuevas oportunidades en Hollywood, mientras que Charlie intenta profundizar en su carrera como uno de los directores de teatro más importantes en Nueva York con su compañía de teatro. Deseos profesionales tan dispares tanto en tiempo y espacio, como emocionalmente, cuyo conflicto se profundiza cuando entra en juego la custodia de Henry, el hijo de ambos.
Ese es el primer logro de «Marriage Story». Partir de una historia simple, cotidiana y particular para tratar de responder cuestiones universales sobre las relaciones interpersonales. Porque en su conjunto, la película va más allá de ser el retrato de una relación de pareja de personas de clase media, para explorar como nuestras prioridades particulares determinan la relación con nuestro entorno más cercano, afectándolos muchas veces de una manera negativa con episodios de pura frustración. Baumbach sabe pasearse a través de estos laberintos emocionales prescindiendo de todo tipo de clichés y sin la necesidad de caer en las trampas sentimentales para conmover al espectador. Un recurso que otorga a la historia una veracidad muy dolorosa que empieza a crecer lentamente hasta llegar a niveles extremos.
El estilo minimalista de «Marriage Story» tiene al diálogo como el principal recurso narrativo. Sobre ella se desarrolla toda la historia con monólogos certeros y excelentes conversaciones entre todo el reparto. Además, determina en cierta manera el problema principal de Nicole y Charlie: la falta de comunicación. La incapacidad de ambos de expresar sus deseos, su necesidad de encerrarse en sí mismos y la torpe confusión de sus sentimientos, levanta un muro entre ellos que termina por distanciarlos en medio de la ira y la frustración. El fracaso de ambos para solucionar sus problemas por sus propios medios, los lleva a una búsqueda desesperada, especialmente a Nicole que lleva el caso a la justicia y abre otro escenario en la historia que deja a Charlie en una estado confuso en donde no sabe que hacer.
A pesar del tono angustiante de la película, Baumbach impide que la historia caiga en un estado lastimero y autoflagelante para sus personajes con el uso de la comedia en varias situaciones. Lo que podía llegar a convertirse a mitad de camino en una aburrida historia sobre la separación de una pareja, se convierte en una experiencia cinematográfica agridulce en la cual el espectador se puede ver reflejado gracias a la empatía que generan ambos personajes. Una capacidad muy importante que el director consigue con un detalle tan simple como la de no juzgar en ningún momento las acciones de ninguno de ellos. Tanto la figura de Charlie, como la de Nicole, están construidas de una forma tan humana que es imposible no verse reflejado en sus actos.
Es allí donde reside toda la magia de «Marriage Story». La explosión interpretativa que surge de la química entre Johansson y Driver es simplemente magistral. Ambos firman quizás la mejor interpretación de sus carreras hasta la fecha, especialmente Adam Driver, que confirma su estatus como uno de los actores más importantes de esta década con un personaje que explora la fragilidad de las emociones masculinas y su desconcierto. Mientras que en Johansson, vemos como una vez más (Her, Under The Skin) todo su potencial interpretativo explota lejos de los cánones comerciales a los que nos tuvo acostumbrado en los últimos tiempos. La escena en que ambos discuten y expresan todos sus sentimientos en un estado catártico, es el único momento en que intentan entender su relación y se encuentra por lejos entre lo mejor que nos ha dado el cine este año.
Una dinámica dolorosa que nunca llega a ser exasperante gracias a la adición de varios personajes secundarios como Laura Dern (atención especial a sus precisos diálogos) y Ray Liotta como un par de abogados carentes de toda sensibilidad, ávidos de llevar sus casos a las últimas consecuencias en favor de sus clientes. Un aspecto que «Marriage Story» explora con bastante ironía, bordeando los límites del humor negro para intentar describir el absurdo de los procesos legales de un divorcio y como termina alejándose por completo de las necesidades emocionales de los afectados.
«Marriage Story» es una propuesta un tanto atípica en el cine contemporáneo estadounidense y confirma la apuesta de Netflix hacia un cine de autor más preocupado por los conflictos humanos que ha perdido en terreno en las salas de cine y encuentra en los servicios de streaming un formato ideal para desarrollarlas. Un fenómeno que comenzó el año pasado con «Roma» de Cuarón y parece haber llegado para quedarse con el éxito de «The Irishman» de Scorsese. Pero que sin embargo genera sensaciones ambivalentes, ya que su escasa distribución en las salas de cine se contrapone con el impacto instantáneo que se genera en las redes, como ha ocurrido con las películas mencionadas y vueleve repetirse en esta oportunidad.
La historia de Baumbach es la antítesis del cine como forma de escapismo. Es una disección realista, dolorosa y sin recompensa alguna sobre el desamor. Una película que nos permite ahondar en nuestras propias emociones, a través de unos personajes que, a pesar de toda la frustración y el desencanto, consiguen construir una convivencia a través del cariño y la comprensión que es retratada con sencillez en los hermosos minutos finales. De lo mejor del año, sin dudas.