Para Jorn Wenger era un día laboral más en su fábrica de pinturas sobre la calle Venezuela cuando recibió una inesperada llamada de larga distancia. Era la voz desconocida de un hombre con acento español que le comentaba que encontraron una vieja cinta musical en un mercado de pulgas de Madrid con su nombre, su número de teléfono y su casilla de correo. Jorn, creyendo que le estaban haciendo una broma, siguió el hilo de la conversación, confirmó todo esos datos y dijo que aquella cinta era suya. En ese mismo instante el español le explicó la razón de su llamada: estaba interesado en reeditar todo el material bajo un sello discográfico de su país. Jorn, acostumbrado a que sus amigos le tomen el pelo con estas bromas solo atinó a decir «vos me estás jodiendo, decime ya quién sos». Pero ese día a Jorn no le estaban tomando el pelo. El secreto mejor guardado del rock paraguayo estaba a un paso de ver la luz.
La cinta se trataba de un viejo proyecto musical creado por Jorn Wenger y su hermano Dirk entre los años 1966 y 1969 bajo el nombre de JODI. Un pedazo de historia musical que recorría entre los circuitos de melómanos y coleccionistas de discos, como el caso del argentino Eduardo Pietruzcyk (Bubblingminds), que en su canal de youtube publicaba materiales del grupo y que además, cumplió un papel fundamental al ayudar a coordinar la reedición de este material. «Pops de Vanguardia» aglutinaba una ecléctica selección de canciones grabadas de forma rudimentaria e independiente en el estudio casero de la banda. El material, que fue publicado en el año 1971 en Argentina a través de una inversión personal, tuvo una recepción negativa o como Jorn lo recuerda, «lo llamaron ensalada rusa por qué había de todo». Con las casas discográficas y las radios incapaces de comprender la propuesta musical de los hermanos Wenger, las 300 copias de «Pops de Vanguardia» que se imprimieron quedaron como el recuerdo de un proyecto fallido de unos incomprendidos adolescentes.
Sin embargo, a casi medio siglo de aquella experiencia el material aparece para reconfigurar la historiografía nacional de rock paraguayo e inclusive, de la historia musical de la región. Solo basta con darle play a «Experimento», la primera canción del álbum, para caer en la cuenta de aquella voz agresiva, guiado por una potente sesión rítmica y coloreado con unos silbidos de Jorn Wenger, estaban muy alejados de los temática empalagosa y romántica de las bandas promedio de aquellas épocas. El primer contacto que tiene el oyente con un LP que, en palabras de Jorn, «estaba durmiendo en el cajón como la cenicienta»
Los hermanos Wenger son descendientes de una familia alemana que a comienzos de los años cincuenta eran propietarios de una conocida fábrica que se encuentra en el barrio Jara de la ciudad de Asunción. Una familia en donde Jorn y Dirk se criaron bajo un ambiental musical fomentado por su padre y su abuelo paterno, quiénes eran músicos. Para los Wenger, la música era parte esencial de su genética y los chicos bebieron de esta fuente en sus comienzos. Una atmósfera en donde la apreciación de la música clásica y el jazz se mezclaba con las tendencias musicales de la época, como la invasión británica y la explosión creativa de muchos jóvenes que intentaban dar sus primeros pasos musicales en grupo juveniles que se formaban en los colegios. Con la aparición repentina de los Beatles no había barreras: cualquiera podía animarse a escribir sus propias canciones, formar un grupo y poseer un estilo propio.
Para unos muchachos curiosos como Jorn y Dirk aquél estímulo musical era lo único que necesitaban. Jorn era un precoz multi-intrumentista que ejecutaba instrumentos tan variados como el violín, el bandoneón, el saxofón, el bajo, la guitarra y por supuesto, el piano. Mientras que Dirk se encargaba de todo tipo de percusiones y complementaba a su hermano con una vieja batería de segunda mano. Sin embargo, armarse de un set musical en aquellos tiempos era difícil y costoso en Paraguay, «comenzamos de a poco nomas, yo cuando quise empezar con viento me pagué en cuota mi saxofón, más tarde trompeta. El violín y el bandoneón tenía de mi abuelo. El piano era de mi papá», explica Jorn.
Con una vasta influencia musical, cultural, y estimulados por su familia, Jorn y Dirk decidieron crear su primera banda: The Rabbits. Una agrupación formada entre alumnos del colegio Goethe de Asunción, un centro educativo enfocado en la cultura alemana, en donde los hermanos Wenger dieron sus primeros pasos con la música «con The Rabbits tocabamos en el colegio, mi hermano tenía 14 años y yo 16», comenta Jorn. La banda, que incluía a Gilberto Gónzalez, Naldo Nardi, Rodrigo Campos Cervera y Willy Shcubeius, se caracterizaba por un sonido garage y psicodélico tan típico de la época. Un estilo que al padre de Jorn le pareció tan interesante que les propuso grabar un pequeño material bajo un sello discográfico en el centro de Asunción.
El EP «Lo Más Nuevo» de los Rabbits se grabó en los estudios del sello Guaranía. El único estudio de grabación en la ciudad que fue creada en agosto de 1955 y por donde pasaron artistas como Luis Alberto del Paraná, Mauricio Cardozo Ocampos o Epifanio Mendéz Fleitas. Sin embargo, una década después de su fundación, el sello Guaranía recibía a un grupo de adolescentes entusiastas que iban hasta ahí con sus instrumentos para grabar un material atípico para la época. «Lo Más Nuevo» incluía canciones originales de la banda como Never Funny, Buscándote o Todos los instantes. El discreto material tuvo una exclusiva tirada de trescientas copias que fue publicada en el año 1969.
Sin embargo, la portada del EP traía una observación muy peculiar para el oyente, en donde se puede apreciar la busquéda creativa de la banda y en especialmente de los hermanos Wenger:
«Estamos todos en la misma onda de juventud. Pedimos consentimiento y tolerancia a nuestro críticos, si usamos los medios instrumentales modernos, que nos ofrece la técnica electrónica. »
A pesar de que la música de los Rabbits llegó a sonar en algunas radios locales en su momento, era una banda que limitaba demasiado las ambiciones creativas del duo Wenger, en especial de Jorn, quién aspiraba a un sonido más elaborado, lejos de los cóvers y el pop adolescente de los colegios. Mientras se divertían con The Rabbits en los conciertos escolares, los hermanos Wenger ya estaban trabajando paralelamente en otro proyecto.
Pops de Vanguardia
A mediados de los sesentas Paraguay no tenía mucho que ofrecer a sus jóvenes. Una generación estaba sedienta por cualquier información que les acerque a lo que sucedía en otros rincones del planeta y la música, era el eje central de aquella búsqueda de expresión personal. De repente había otra forma de percibir el mundo, otras maneras de expresarse. Muchos jóvenes estaban en medio de un fuego cruzado, en ese inevitable choque cultural en donde las viejas tradiciones se enfrentaban a nuevas maneras de formas de expresión artísticas que llegaban a ser fenómenos globales y se filtraban descaradamente en las cerradas culturas de cualquier país.
La Beatlemanía había dejado sus semillas en la región. En países como Argentina, Brasil, Uruguay y Perú los primeros grupos comenzaban a brotar como pequeños hongos. Bandas como Los Gatos, Os Mutantes, Los Shakers, Los Saicos y otros, dejaban en claro que el rock se podía adaptar adaptar a sus propias coyunturas y generar nuevas identidades. Toda una tendencia de masas que no tardó mucho en llegar a Paraguay.
Sin embargo, artísticamente el país estaba aislado del mundo. A la falta de infraestructura y el poco acceso a materiales musicales, se le sumaba la desconfianza del autoritario gobierno de Alfredo Stroessner que no miraba con buenos ojos a las nuevas bandas que se iban formando. En aquellos días la escena musical estaba dominado por las orquestas bailables. Grupos que solo se limitaban a animar fiestas en clubes sociales haciendo versiones de los hits del momento, una tendencia que para jóvenes como Jorn y Dirk Wenger parecían aburridas y poco creativas. La escasa difusión, la falta de un mercado nacional y las limitaciones técnicas llevaron a bandas contemporáneas como Los Rebeldes o Los Blue Caps a buscar mejores oportunidades en otros países.
A este panorama se tuvieron que enfrentar Jorn y Dirk cuando dejaron a los Rabbits. Sin embargo, estaban decididos a hacer su propia música.
Las sesiones de «Pops de Vanguardia» datan del año 1966, año en que fueron editados álbumes tan influyentes como el «Revólver» de los Beatles y el «Pet Sounds» de los Beach Boys. Dos propuestas musicales que se alejaban radicalmente de las tendencias comerciales para explorar un campo más experimental en los estudios de grabación. Una base en la que los hermanos Wenger se apoyarían para adaptarlo a sus propias búsquedas. Sin embargo, el dúo necesitaba un espacio para materializar sus ideas.
Para darse ese privilegio, inusual para la época, los hermanos Wenger no tuvieron que buscar mucho. La solución estaba en un espacio desocupado detrás de la fábrica familiar de pinturas sobre la calle Venezuela, allí fue creado el «Jodi Experimental Studio». El lugar contaba con dos grabadoras de sola una pista y un par de micrófonos de segunda mano que se utilizaban para grabar las sesiones. Jorn y Dirk no necesitaban más que ese pequeño espacio hogareño para experimentar con el amplio espectro musical que los dos tenían en la cabeza.
A pesar de contar con lo básico en un estudio de grabación, Jorn siempre afirma que la propuesta de JODI era hacer música espontánea y que sea divertida para ellos mismos. Para Wenger la buena música puede abarcar desde «una melodía sencilla con un buen apoyo orquestal» o también transformarse en «una cosa que suene fuerte, con una batería y un bajo bien puesto. Ahí revienta todo». Sin embargo para él, lo que nunca debe faltar es una melodía. Ese detalle, es el gran secreto.
Pero hacer «Pops de Vanguardia» significaba estar al tanto de las últimas tendencias, significa acceder a música que no estaba disponible y en Paraguay eso era un todo un reto. «Lo que escuchabas en la radio era mortal. Entre amigos nomás, de repente alguien tenía el nuevo de los Beatles, Revolver, y nos prestábamos y escuchabas pero no tenías cassettero, entonces se escuchaba hasta el cansancio», recuerda Jorn.
En una época en que ni siquiera había televisores, la diversión de los hermanos Wenger se limitaba a eso: escuchar música hasta el cansancio y experimentar en su estudio de grabación. Un entrenamiento que se puede apreciar en cada una de las canciones de «Pops de Vanguardia», en donde experimentaron con voces superpuestas, loops, reverberos de echo, instrumentos tocados al revés y otros. El estudio de grabación no era una simple herramienta para registrar el sonido, sino que también era un instrumento con su propia identidad que ayudaba al proceso creativo en las composiciones del dúo «hacíamos algunos trucos como poner la cinta al reverso o cantar dentro del baño para tener un eco. Cuando vos escuchas un tema con eco en reverbero está cantando en un baño», afirma Jorn.
La curiosidad de Jorn Wenger no tenía límites. Su instrumento base siempre fue el piano, que lo complementaba con una guitarra Saturn 63 que le había regalado su abuelo. A Wenger nunca se le escapaba nada y cada vez que uno de sus amigos le prestaba algún LP de su interés lo grababa en su estudio casero para poder estudiarlo mejor luego de devolverlo «yo creo que hasta hoy, si escucho un tema y me gusta, empiezo a desmenuzar donde están los secretos». Además, la música de JODI se caracteriza por una identidad propia e inclasificable que se debía al rechazo de los hermanos de copiar la música que escuchaban y en el cual se inspiraban «la música es una expresión tan amplia que siempre te permite hacer algo nuevo», afirma Jorn.
Las canciones de JODI pasaban por un delicado proceso artesanal en el estudio de grabación. Con solo dos grabadores de un canal cada una, los hermanos hacían magia en cada uno de sus temas. Primero podían comenzar con una base de bajo, batería y voz en un canal para luego ir agregando las demás capas instrumentales en la otra grabadora. Estos materiales eran enlazados en una mezcladora de seis canales, en donde también se le agregaban algunos efectos sonoros que acompañaban a cada canción. Un trabajo que se limitaba únicamente a la creatividad del dúo.
El espectro musical de «Pops de Vanguardia» es tan amplio que el oyente va pasando de una canción distinta a la otra. Desde la agresiva «Fantasmas del Sonido» que parece salida de un club underground londinense de los sesentas, pasando por el hermoso instrumental «Imagen en Rojo» en donde Jorn Wenger se apodera de los teclados al estilo de Ray Manzarek, hasta llegar a un sonido californiano y distendido como los de «Little Butterfly» y «Arrivederci», una canción que se caracteriza por el uso del falsete y un austero uso de la instrumentación; solo un bajo, un teclado y un efecto de sonido que imitaba a un avión que los hermanos consiguieron recrear con el uso de un sintetizador.
Para finales de los sesentas los hermanos habían acumulado un buen puñado de canciones que era momento de sacar a la luz. «Pops de Vanguardia» fue editado en Argentina bajo el sello Phonogram, una subsidiaria de Philips, en el año 1971. Unas trescientas copias de prueba materializaban la búsqueda curiosa de unos adolescentes inconformistas. Sin embargo, el LP fue recibido como una incomprendida selección de canciones que no se adaptaba al panorama musical de la época y muchas de esas copias terminaron guardas en los cajones de los hermanos Wenger.
Las apreciaciones sobre el LP de Jodi incluso llegaron hasta las páginas de los medios locales, como esta opinión en el diario Tribuna:
«La experiencia arrojó algunos brillantes resultados conformando sonidos de corte moderno que traduce el sentir joven ante objetos, hechos y circunstancias humanas. En líneas generales los surcos ofrecen frases musicales ubicadas en una línea de avanzada». Diario Tribuna (23-02-71)
O esta pequeña reseña publicada por el diario Abc Color:
«Sin duda, muy poco o ninguno de los conjuntos pop que existen en nuestros medios desarrollan un repertorio con esta modalidad expresiva sonora. Creemos que esto no se debe a una incapacidad técnica-artística, sino a la falta de valor y decisión como para salir con las barreras, con los lugares comunes y las limitaciones, para así poder proyectarse hacia líneas de vanguardia. La concreción de este último es mérito principal del dúo JODI». Diario Abc (29-01-71)
A pesar de las críticas en la prensa escrita, lo que «Pops de Vanguardia» necesitaba era sonar en las radios locales. Sin embargo ese paso iba ser muy difícil, la propuesta musical era desconcertante para los djs locales y se complicaba aún más con el título de la segunda canción del LP: «Recuerdos de un amigo ruso». El fantasma del comunismo estaba instalado hasta la médula en la sociedad paraguaya que, solo el hecho de que la palabra «ruso» esté impreso en el LP, ya era motivo para que los programadores radiales se negarán a publicar el material «las dos o tres radios que existían en aquella época ni tocaron el disco cuando vieron la palabra ruso. Pero bueno, era un desafío de pendejo», recuerda Jorn.
«Pops de Vanguardia» estaba adelantado a su tiempo y espacio, un desfase cronológico que se iba ser justicia casi medio siglo después con la reedición del LP bajo el sello catalán Guerssen, una discográfica independiente que se dedica a desempolvar viejas joyas musicales y que se había topado con un puñado de canciones sin precedentes que colocaba a los hermanos Wenger como unos pioneros en géneros que todavía tardarían años en llegar, un legado histórico que hasta el propio Jorn le sorprende «nosotros queríamos hacer algo espontáneo nada más. La música era para divertirnos», afirma.
La reedición de Guerssen, que incluye una nueva versión en vinilo, la primera versión en cd y la publicación en todas las plataformas musicales, ha provocado un interés global en la música de JODI. La banda tiene seguidores en España, Gran Bretaña, Australia e inclusive Japón. Además, la reedición incluye una serie de canciones que no se habían incluido en la grabación original: cuatro canciones originales de JODI y un tema de la época de los Rabbits «Buscándote». Entre estas canciones se destaca «Poor man, rich man» que cuenta con la colaboración en violines de un jovencísimo Luis Álvarez.
Luego de la reedición realizada por Guerssen, la crítica comenzó a urgar en viejos antecedentes musicales similares a JODI. Sin embargo, ese ejercicio se vuelve absurdo. En la historia del pop no se tiene registro de un dúo que haya compuesto, interpretado, experimentado y producido un material atípico y provocador de manera independiente, y bajo una coyuntura política en donde, la menor expresión de autonomía personal, era censurada con todo el peso de la ignorancia. En este panorama el legado de los hermanos Wenger es un pequeño milagro cultural.
JODI suena a joda
Sin embagro, hace 45 años la carrera de Jorn y Dirk iba a tomar otro rumbo creativo: IODI.
El dúo fue contratado por la discográfica argentina EMI-ODEON como una banda de música romántica. Eran los años gloriosos del soft rock y los hermanos Wenger se sumaron a esta tendencia para dejar registrado tres LP, once singles y una serie de EPs con una música que a pesar de ser melosa, esconde algunos guiños creativos de Jorn y Dirk. Sin embargo, los Wenger nunca se dejaron avasallar por las imposiciones comerciales de la discográfica argentina que deseaba que los hermanos graben sus materiales en sus estudios de Buenos Aires.
A pesar de la presión, toda la música de IODI fue grabada en el «Jodi Experimental Studio» o como Jorn lo recuerda «nos pintaban como los alemanes que vivían en Paraguay y decían que grabábamos en Bs As y era bola. Ni una grabación hicimos en Argentina, todo se grabó en nuestro estudio personal».
Para Jorn y Dirk ya era suficiente con que le cambien el nombre original por la simple razón de que JODI sonaba a joda. La política del grupo también se extendía a otro aspecto: no tocar en vivo. La última vez que se habían presentado en vivo había sido con los Rabbits y para el dúo negarse a las presentaciones en vivo era lo más pragmático que podían hacer «para nosotros, contratar una banda soporte era costoso. Además, había que dirigirlos y expresarle tus propias ideas y cuando eso no funcionaba era frustrante», explica Jorn. En sus ocho años de contrato, EMI ODEON nunca consiguió que el dúo se presente en vivo.
El trato era simple. En cada single que IODI publicaba, la cara A era el pedido comercial de la discográfica, mientras que el lado B servía para que los hermanos puedan colocar sus propias propuestas creativas y continuar experimentando. Con esta dinámica el dúo llegó hasta el puesto número 2 en las listas argentinas con «Pienso en ti» y serían uno de los primeros artistas sudamericanos en llegar hasta el puesto número 5 en las listas de Billboard en Miami con su tema «Brothers», una canción netamente funky que comprueba el amplio espectro musical en que se movían los Wenger. Inclusive rescataban viejas composiciones como «Apple Tree», una canción que Jorn había compuesto en su época de los Rabbits.
Sin embargo, la aventura de IODI terminaría a mediados de los ochentas con la publicación de su tercer LP «IODI 3». Un material que no tuvo el éxito de sus trabajos anteriores y fue el fin de la sociedad Wenger como un dúo musical.
Aún así, el renacer de «Pops de Vanguardia» es solo la punta del iceberg, «tengo más de 70 canciones todavía que tengo que digitalizar», afirma Jorn. Muchas de estos temas serán incluidos en el segundo material de JODI que verá a luz este año, entre los meses de agosto y septiembre. El disco que llevará el nombre de «Pops Espontáneo» en palabras de Jorn Wenger será más agresivo que el anterior e incluirá unos veinte temas, muchas de ellas composiciones basadas en instrumentos de vientos «son temas casi instrumentales solamente, por que a mi me gustaba, por que es más desafío que tomar la guitarra y empezar a cantar, que es más sencillo. Va haber mucho instrumental con vientos, con violines, temas que nunca se incluyeron en Pops de Vanguardia», asegura Jorn.
Con mucho material de JODI/IODI aún por conocer, Jorn Wenger se niega a volver a tocar o reversionar algunas de sus propias canciones. Un señor jovial de 66 años que fue premiado como bioquímico en Suiza, al que le gustan bandas locales como EEEKS, The Crayolas o Luisonz, que e incrédulo ante el costo actual de un álbum que grabó con su hermano y que no comprende por qué hay chicos de japón que les escriben para felicitarlo por su música.
Sin embargo, al ser consultado con cuales de sus obras se queda, Jorn no duda un segundo, apunta el dedo y señala entre todos los materiales que tiene sobre la mesa: «éste». El elegido es una de las copias originales «Pops de Vanguardia». Un pedazo atemporal de historia musical que ha burlado al olvido para venir a quedarse. Hágase el favor y disfrútelo.