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A24 o el último refugio del cine independiente

Las personas que usaron Tinder durante el SXSW Festival en el año 2015 se encontraron con algo curioso. Una usuaria de la aplicación llamada Ava interactuaba con los hombres haciéndole preguntas tan extrañas como ¿Te has enamorado alguna vez? o ¿Qué es lo que te hace humano?, para luego pedirles a que la sigan e Instagram. Sin embargo, en la red social solo existía una foto y un video. Ambos eran cortes promocionales de Ex-Machina, la ópera prima de Alex Garland y una de las mejores películas de ciencia ficción de la década. Ava, como muchos usuarios en internet, era un simple bot.

Detrás de esa sutil campaña se encontraba la distribuidora independiente más influyente en los últimos años: A24 films.

Aquella campaña realizada por A24 hace cuatro años atrás deja en evidencia el problema marketinero de siempre y que se ha profundizado en la última década: llamar la atención. Y en este sentido el cine independiente y de autor, lo están pasando muy mal. De las diez películas más taquilleras durante el 2018, nueve formaban parte de franquicias, superhéroes o remakes. El único fuera de ese universo que ingresó en la lista fue Bohemian Rhapsody, que no obstante abrió para Hollywood otra vía de escape para el cine pochoclero con los biopics de viejas leyendas de la música. Pero A24 no tiene nada que ver con esto. O casi nada.

No hay nada más raro que escribir sobre una distribuidora cinematográfica, su única función es la de promocionar y poner películas en las salas de cine. Sin embargo, cuando relacionas que las mejores películas que viste en los últimos años siempre llevaron el sello de A24 en los créditos iniciales, es evidente que hay una cierta curadoría en la selección de estos trabajos. Un detalle que no ocurría hace años en el cine, y que tiene una analogía similar en los productos cinéfilos de Criterion Collectión. La garantía de que lo que estás a punto de ver no te va dejar indiferente.

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La actriz sueca Alicia Vikander como Ava en Ex Machina, dirigida por Alex Garland (2015)

A24 surge en un contexto que se repite bastante. Cambios generacionales, transformaciones en los formatos de consumo y una escasez creativa que se refleja en el refrito de viejos relatos. Casi lo mismo que pasó a finales de los años cincuenta y comienzo de los sesentas con los grandes estudios. Esa excesiva tendencia que tenía Hollywood de rebuscarse en historias bíblicas o de antiguas civilizaciones para proyectar su grandeza y decadencia en monumentales superproducciones. Si antes era Charlton Heston como Moisés en los Diez Mandamientos, hoy es Robert Downey Jr. como Iron Man. Si antes era Elizabeth Taylor como Cleopatra, hoy es la genial Brie Larson como Capitana Marvel. Si, las historias son diferentes, pero la intención de Hollywood es la misma: utilizar todos sus recursos para ofrecernos grandes relatos que son imposibles replicar en otros formatos. Para los grandes estudios, el tamaño siempre importa.

En esta dinámica las películas de A24 van en contracorriente. Así como lo hizo Miramax en los noventas, el nuevo cine americano en los setentas o John Cassevetts en los cincuentas con Shadows, A24 consiguió ser una excelente alternativa para un tipo de cine que se enfrenta a los blockbusters y a las infinitas opciones de los servicios de streaming. En poco menos de siete años, la productora neoyorquina se ha involucrado en más de 70 películas. Una apuesta perseverante que los llevó a su primer Óscar con Moonlight hace dos años atrás. La historia de un afroamericano, homosexual y pobre que les costó un poco más del millón de dólares en producirla y que fue un éxito de crítica y público. Para A24, más es menos.

Autopista 24

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Selena Gómez, Rachel Korine, Ashley Benson y Vanessa Hudgens en Spring Breakes, dirigida por Harmony Korine (2013)

La empresa, que fue creada en al año 2012 por tres veteranos de la industria del cine – David Fenkel, John Hodges y Daniel Katz- tuvo su estreno en la industria con A Glimpse Inside the Mind of Charles Swan III, una malísima comedia dirigida por Roman Coppola (el hijo de Francis Ford) e interpretada por un decadente Charlie Sheen. Sin embargo, la distribuidora iba a conseguir su primera repercusión mediática importante con la distribución de Spring Breakers, este retrato juvenil, contemporáneo y hedonista dirigido Harmony Korine al que algunos críticos acusaron de cosificar a las mujeres, mientras que otros lo llenaban de alabanza. Todo esto mientras A24 troleaba a la Academia de Hollywood con una campaña para que acepte a James Franco como candidato a actor de reparto. Una decisión apoyada inclusive por el eterno Werner Herzog quien afirmó que la interpretación de Franco convertía en un cuento de niños al Travis Bickle de Robert de Niro en Taxi Driver. Una afirmación un poco exagerada, por cierto.

Para finales del año 2013 la empresa ya tenía millonarios contratos de distribución con Direct TV Cinema y Amazon Prime Video, y entusiasmaba a gran parte del público con Enemy, dirigida por el canadiense Denis Villeneuve. Una rarísima película que se inspira en el Hombre Duplicado del escritor español José Saramago pero que en la adaptación del director canadiense, nos sorprende con un retorcido personaje interpretado por Jake Gyllenhaal que se enfrenta a sí mismo en la búsqueda de su propia identidad.

Adaptar al cine una obra de Saramago en pleno siglo XXI es una rareza. Sin embargo, esa es la tendencia que hará conocida a A24 en toda la década: el apoyo a directores emergentes con proyectos no tan peculiares, la colaboración con actores de renombre y el objetivo de rentabilizar películas de bajo presupuesto. A24 se atreve en casi todos los géneros cinematográficos. Tan solo en el mismo año de Enemy, la distribuidora se animaba con el relato futurista de Under The Skin de Jonathan Glazer, la claustrofóbica Locke, dirigida por Steven Knight (creador de Peaky Blinders) y A Most Violent Year, un drama criminal ambientado en los ochentas con Oscar Isaac y Jessica Chastain. Cuatro películas increíbles que ahora podrían considerarse obras de culto.

Jack Gylenhall es el personaje principal de Enemy, adaptación del Hombre Duplicado de Saramago, dirigida por Denis Villeneuve. (2014)

La reinvención del Horror

Uno de los debuts más importante de la década fue el de Robert Eggers con The Witch en el año 2015, el relato de una familia de inmigrantes británicos que llegan a Nueva Inglaterra durante el siglo XV y deben enfrentarse a un ambiente hostil, desconocido que pone a prueba sus propias creencias. La película es uno de los hitos de terror más importante de los últimos años, conjugando esa atmósfera de The Village de Shyamalan y The White Ribbon de Michael Haneke. A partir de escasos elementos, Eggers construyo una pequeña obra maestra y fue uno de los primeros éxitos comerciales de A24. La producción de The Witch, que no contó con ningún actor de renombre, costó unos cuatro millones de dólares. Al final del año la película iba a recaudar más de 40 millones y su director iba a ser baneado por un tiempo en Polonia, acusado de satanista. La culpa: una arriesgada campaña publicitaria de su distribuidora.

Precisamente uno de los trabajos más esperado del año es The Lighthouse, el segundo trabajo de Eggers con William Defoe y Robert Pattinson en al parecer, un duelo actoral en monocromo y al borde de la locura.

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La británica Anya Taylor Joy sorprendió a todos con su intepretación de Tomasín en The Witch, dirigida por Robert Eggers. (2016)

Sin embargo, afirmar que la distribuidora cambió la historia del género del terror es ir demasiado lejos. El género nos ha regalado una serie de grandes películas que van más allá del universo A24, especialmente aquellas producidas por Blumhouse Productions que en cantidad gana por goleada. No obstante, A24 se juega mucho más en sus historias, dejando de lado los trillados elementos del género como los fantasmas, los payasos o muñecos diabólicos y los estúpidos sustos previsibles, para ahondar en la psiquis de sus personajes y en las atmósferas agobiantes en que se encuentran. A24 apuesta por mostrarnos que el horror también se produce las situaciones más cotidianas e insólitas como el caso de Green Room. El brutal relato de un grupo de punks que son retenidos en contra de su voluntad por una banda de neonazis en el interior de una sala de conciertos en medio de la nada. O el caso de It Comes At Night, una historia postapocalíptica que tiene varios guiños a la demencial obra de Lovecraft dirigida por un joven y talentoso director llamado Trey Edward Shults.

Una reinvención extraordinaria al género que se confirmó el año pasado con Hereditary de Ari Aster, este joven director que volcó toda su obsesión con los filmes de horror en una de las historias más agobiantes y dementes de la década. La historia de una familia que se enfrenta a extrañas situaciones luego de la muerte de la matriarca de la casa. Una película que nos regaló a una Toni Colette en estado de gracia en una interpretación demoledora. Producido completamente por A24, Hereditary es hasta la fecha la segunda película más taquillera de la productora, solo detrás del debut cinematográfico de Greta Gerwig con Lady Bird.

Entre la locura y el horror familiar. En Hereditary, Toni Colette interpreta a una de las mejores personajes de la década. (2018)

En menos de dos años el nombre de Ari Aster irrumpió como una de las promesas más extraordinarias del cine estadounidense. Tanto que, mientras la crítica aún analizaba el impacto de Hereditary, el joven director volvía a dar un puñetazo con su segunda obra maestra: Midsommar. Una historia que explora el terror rural en una aldea escandinava y que remite al clásico de terror británico The Wickerman. Midsommar tiene previsto estrenarse el 7 de noviembre en los cines paraguayos

Tanto Aster y Eggers comentan este fenómeno en un podcast producido por A24 sobre la repercusión de sus películas y la notable influencia de Ingmar Bergman en sus obras. El material se incluye dentro de una serie de podcast creados por la distribuidora en donde directores y actores hablan sobre sus proyectos, influencias y el estado actual del cine. Una idea que se complementa con Public Access, otra iniciativa de A24 que lleva la proyección de sus películas en los lugares donde han sido filmados y de manera gratuita. Iniciativas que tratan de acercar a la distribuidora con el público más allá de las salas de cine.

Al otro lado del sueño americano

Una de las mejores películas del año 2018 trató sobre Mooney, una niña de seis años cuya vida transcurre en The Magic Castle, un motel que se encuentran en la zona turística en el área de Disney World. Un mundo complicado y perverso que se desarrolla a espaldas de las fantasías que se venden en los grandes parques de atracciones. Dirigida por Sean Baker, The Florida Project es un pedazo de neorrealismo yanki. Un magistral retrato de pura humanidad. A pesar de contar con William Defoe en el reparto, la que se lleva todos los elogios es la niña Brooklyn Price, que se llevó el premio a mejor actriz joven en los Critics Choices Awards. La película es de esos pequeños milagros del cine independiente y demuestra la sensibilidad social de la distribuidora.

William Defoe y Brooklyn Price en un fotograma de The Florida Project, dirigida por Sean Baker. (2017)

Justamente es la crítica social el género que consagra a A24 con el insólito caso de Barry Jenkis. Director y guionista de Moonlight, que logra arrebatar el Óscar a mejor película a La La Land. Producida en su totalidad por A24, Moonlight fue un bombazo que solo costó a la productora 1.5 millones de dólares para terminar recaudando alrededor del mundo más de 60 millones. Un éxito sin precedentes para una productora y un director debutante.

Sin embargo, lo interesante no son los números ni los premios. En una época en donde todo ha cambiado de un plumazo, las películas de A24 exploran ese cambio generacional a través de historias al estilo coming-of-age. Un género que siempre tiene el peligro de caer en básicos dramas adolescentes, llenos de sensiblería o las estúpidas comedias que rebosan de estereotipos. Pero A24 apuesta en otra dirección y transforma esos relatos en experiencias llenas de vida, con personajes reales que se enfrentan a tópicos no tan representados en el cine comercial como la soledad, la exclusión o el fracaso social. Temas que se han profundizado en la actualidad. En este sentido, no es raro que la historia de Moonlight haya calado con mayor fuerza en el público que la idealizada pareja Ryan Gosling y Emma Stone.

La historia dirigida por Barry Jenkis es uno de los retratos más actuales de la década y confirmó el talento de Meharshala Ali. (2016)

En ese universo se encuentran geniales películas como Lady Bird de Greta Gerwig, la tierna y melancólica Eight Grade de Bo Burnham y el bellísmo retrato de un niño skater en Mid90s dirigida por Jonah Hill. Todos ellos directores debutantes. En estas historias, disfrazadas de cierta comedia negra, los personajes buscan su propia identidad en ambientes hostiles que no tienen nada que ofrecerles. Mundos ajenos a sus inquietudes que representan a la perfección el drama de crecer en el siglo XXI. Dentro de esta tendencia uno de los proyectos más éxitosos del año: Euphoria. Una serie de ocho capítulos producido por A24 para HBO que aborda todos los tópicos juveniles más importantes de esta generación, desde el uso indiscriminado de drogas, las cuestiones de género y sexo, hasta llegar a esa certera crítica sobre como las nuevas tecnologías modifican nuestras relacionas afectivas y nuestra percepción de la realidad.

Zendaya y Hunter Schafer retratan en Euphoria una de las mejores amistades de los últimos tiempos en el drama generacional creado por Sam Levinson. (2019)

A24 pega una trompada tras otra para hacernos caer de lleno en ambientes que va cambiando sin mucho que ofrecer para una generación que se enfrenta a familias disfuncionales y problemas de salud mental que se profundizan con los nuevos medios sociales. Sin embargo, detrás de esa crítica pesimista, la distribuidora también tiene su lado delirante e imaginativo.

¿Qué es esta mierda?

A mediados de esta década, Daniel Radcliffe intentó desmarcarse de su eterno personaje como Harry Potter interpretando en Swiss Army Man a un cadáver que llega hasta a una isla desierta y cuyo superpoder no se encuentra en la exclamación de viejos conjuros, sino en su tremenda capacidad para tirarse unos pedos. Si, totalmente grotesco. Sin embargo, detrás de esta estúpida premisa, se encuentra una de las historias más extrañas de los últimos años. Tan emotiva como desconcertante. Un film que amplía el universo cinematográfico de A24 a horizontes extraños e inquietantes.

Daniel Radcliffe y Paul Dano forman una de las duplas más extrañas en la peculiar Swiss Army Man. (2016)

En este aspecto quizás el director más extravagante es Yorgos Lanthimos. El griego sabe cómo crear extrañas distopías y universos peculiares que en muchos casos provoca en el expectador cierto rechazo. Yorgos repite dos veces en A24 y con el mismo actor: Colin Farrel. Su primera apuesta fue The Lobster, donde Farrel se enfrenta a su condición de soltero en una sociedad que detesta a estos seres incapaces de crear sus propios vínculos afectivos y cuyo castigo es el destierro a un bosque convertido en un animal. Un mundo despiadado que no se aleja mucho de la absurda visión actual de las relaciones afectivas. Lanthimos toca el aburrimiento de nuestras vidas y hace odiarnos mientras Farrel trata de escapar de su destino con Rachel Weisz de la mano. The Lobster es un film apático y tedioso, pero una de las mejores sátiras actuales.

Pero el griego va más allá en The Killing Of a Sacred Deer. Un extraño thriller psicológico que estéticamente remite a la obra de Stanley Kubric y que en contenido aborda situaciones que parecen sacadas de una película de Michael Haneke. Nuevamente Farrel es el arquetipo ideal en la persona de un médico y padre de familia que se debe a enfrentar a un mal extraño que aqueja a sus hijos, luego de conocer a un chico cuyo padre falleció en su mesa de operaciones. Una película que crítica la frívola racionalidad de las familias burguesas que no saben cómo enfrentarse a situaciones que escapan de su propia compresión. The Killing Of a Sacred Deer es una muestra directa de que el cine tiene aún la capacidad de sintetizar los problemas contemporáneos en un relato de dos horas y regalarnos a una extraordinaria promesa como Barry Keoghan.

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Colin Farrel se enfrenta al retorcido personaje de Barry Keoghan en la agobiante The Killing of a Sacred Deer, dirigida por Yorgos Lanthimos. (2017)

A24 no descansa en su búsqueda obsesiva por ideas únicas y novedosas que escapen de los estrictos marcos del cine actual, apoyándose en los trabajos de directores tan dispares como el veterano Paul Schrader, guionista de Taxi Driver o Sebastian Lelio, uno de los directores latinoamericanos más importantes de los últimos años.  A24 consigue explotar todos los recursos estéticos de estas películas para brindar productos que en otras circunstancias pasarían desapercibidos. Tal es el caso de A Ghost Story, una película que trata sobre un fantasma que observa como transcurre la vida de su ex esposa sin poder intervenir en su vida. Una premisa aburrida que, en la visión de su director David Lowery, se transforma en un doloroso retrato sobre el olvido. Una vuelta de tuerca muy extraña a las típicas historias de fantasmas que odiarías si te quedas esperando morbo y horror.

A pesar del buen catálogo de la productora, sus números son ínfimos comparando con el de otros estudios. De las 77 películas estrenadas hasta la fecha desde el año 2013, A24 ha recaudado en Estados Unidos un poco más de 412 millones de dólares. Una cifra que ni siquiera llega a los talones comparando con los 2.719 millones de dólares recaudados hasta la fecha por Buena Vista Films en solo nueve películas durante este año. La diferencia abismal deja en claro la actualidad del mercado de consumo actual y el desafío que tiene el cine de autor para posicionarse en las salas de cine. Una tendencia que corre el riesgo de profundizarse en los próximos años y que provocado a que muchos directores y guionistas encuentren en los servicios de streaming una alternativa ideal para proyectar sus ideas mientras los grandes estudios insisten en replicar viejos éxitos a nuevas generaciones.

Ari Aster explora el lado más oscuro del ser humano a través del terror rural en Midsommar. Estreno, el 7 de noviembre en Paraguay. (2019)

En este escenario las propuestas de A24 son un bálsamo lleno de frescura que sorprende con producciones de bajo costo que ahondan en temáticas actuales e intentan mirar hacia adelante en una sociedad de consumo que se arropa en la nostalgia. Pero A24 también sucumbe a esa tendencia, en parte. Desde su hermoso e hipnótico logo retro, hasta esa extraña fascinación de elegir una película sin saber realmente de que va, como en los días en que uno entraba a un videoclub para quedarse cabreado por días haber hecho una mala elección o perderse en las maravillas de una historia inesperada. Porque si el cine sirve para algo, es para eso: sentir que aún estamos vivos.

Descubrí todas las pelis del catálogo A24 hasta la fecha.